La
Cordillera de los Andes es un gigante
que te abraza al llegar
que te ruge amable y te susurra al oído
una historia recostada en una ciudad que bulle
que te abraza al llegar
que te ruge amable y te susurra al oído
una historia recostada en una ciudad que bulle
Esta ciudad
sabe tan profundamente de mí como yo de ella,
estamos
hermanados por tanta sangre caída,
por tantos
atardeceres,
el 73 es un
déjà vu espantosamente eterno
es un cóndor
que sobrevuela aprisionándonos
Esa multitud
en La Alameda,
nos persigue
sin piedad
para
contarnos una historia
que habla de
calles conquistadas
que habla de
calles sedientas
una siesta
calurosa de febrero
En esas
mismas calles los veo
a Nicanor y
a Vicente, a Gonzalo y al otro Pablo
La
casa-barco se abre y nos sumerge a su mar
oyendo los
versos del Capitán en sus rincones,
viendo a
través de sus ventanas abiertas
sus
cristales y su magia
el verde
sentir del Parque Forestal
una quietud
innombrable y amable
El Cerro San
Cristóbal nos reúne en torno a la ciudad,
esa bruma
que crece, nos respira
es la ciudad
a nuestros pies, es la ciudad espejada.
Somos
nosotros mirándonos en ella, diez años después
somos
nosotros tocando tierra, tocando cielo.
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