viernes, 14 de febrero de 2014

No sé cómo decirte

que sos mi plato favorito
mi hambre es un demonio
que habla en euskera
mi lengua solo conoce tus pechos
y el Canal de la Mancha
resulta ser que fuimos
producto de un experimento gastronómico
y soy tan dependiente de vos
como el café de la tarde
no tengo palabras para explicar mi ansia
es que tenerte en mi mesa
es una invitación a devorarte
ya no me parezco al de antes
a ese individuo
que se contentaba con beber del aire
el de ahora
ya no respira si no es a través de tu piel

martes, 4 de febrero de 2014

Sobre plagios y tumbas

El concepto de originalidad en el arte es una idea más que relativa hoy en día. F. Scott Fitzgerald decía que en la literatura es imposible crear historias originales puesto que los griegos ya lo dejaron todo escrito.

Siempre imaginé que la pesadilla de cualquier escritor sería que llegara el momento en que todo ya estuviese escrito y no pudiera seguir publicando. En más de una ocasión en conversaciones con amigos alguien comentaba una idea que se le había ocurrido para un escrito y alguien le respondía "Eso ya lo escribió tal autor". La otra persona quedaba desconcertada por no conocer la obra en cuestión y la originalidad de la idea se le diluía en la cabeza.

Demos un paso más, imaginemos que todas las palabras estuvieran patentadas y no se pudiera usar ninguna sin pedir permiso o pagar al autor que posea los derechos sobre las mismas. Sería el propio infierno.

Sonados casos sobre plagio se dieron en el ámbito literario internacional, algunos de los más cercanos son el del -muy buen- escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, en este caso la acusación de plagio apuntaba a 16 artículos periodísticos de distintos medios. El plagio está tipificado como delito penal en Perú pero la sentencia se limitó a una multa equivalente a € 41.928. El escritor al principio se desentendió del caso, y finalmente lo asumió justificando el hecho por supuestos errores informáticos cometidos por su secretaria.

Otro caso conocido es el de José Saramago, quien fue acusado de haber plagiado la obra Últimas noticias (1987) del escritor mexicano Teófilo Huerta Moreno en su obra Las intermitencias de la muerte (2005). El escritor portugués dijo que “ni siquiera tocó con la punta de los dedos la obra”, además de señalar que "si dos autores tratan el tema de la ausencia de la muerte, resulta inevitable que las situaciones se repitan en el relato y que las fórmulas en que las mismas se expresen tengan alguna semejanza”.


En el 2006, el argentino Sergio Di Nucci ganó el premio de novela La Nación-Sudamericana con su obra Bolivia Construcciones. Meses después, un joven lector de 19 años, descubrió que varios pasajes de la novela eran una copia de Nada (1944), de la escritora española Carmen Laforet.

El jurado del premio, integrado por los escritores Carlos Fuentes, Tomás Eloy Martínez, Griselda Gambaro, Luis Chitarroni y Hugo Beccacece, confirmó las similitudes entre ambas obras. En consecuencia, se decidió revocar el premio y la obra se retiró de las librerías.

La declaración del jurado en la que fundamenta su decisión reconoce “que las distancias entre texto ajeno y propio, entre copia y originalidad, son muy difusas” y señala que “la manera en que se efectúa la apropiación es la que determina su validez dentro del discurso literario”.

Di Nucci se apropió de lo escrito por Laforet y no dio el crédito correspondiente, sin embargo no fue denunciado en lo penal ni mucho menos. Se justificó afirmando que "siempre habló de la reescritura como un principio constructivo de la novela, que por algo se llama Bolivia Construcciones”.


Portada del libro "Justicia" de Gerardo Laveaga
Decía el escritor mexicano Ignacio Solares: "¿Si no hubiera existido Shakespeare, alguien hubiese escrito Hamlet, o tuvo que existir Shakespeare para que se escribiera Hamlet? Yo creo que tuvo que haber surgido en ese momento ese hombre que se llamaba Shakespeare para darle forma a toda una inquietud que estaba latente en el aire". 

El papel del escritor es precisamente ese, el de decodificar esas inquietudes a través de la palabra. 

Un caso más que particular es el de Isabel Allende, en La casa de los espíritus y la obra más emblemática de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Desde la primera lectura son notables las semejanzas entre ambas obras: el estilo, la trama, los personajes, las vicisitudes, el contexto social, etc. 

Dice Nicasio Urbina en su ensayo "Cien años de soledad y La casa de los espíritus. Un modelo retórico común" que los códigos retóricos que componen un texto dependen en gran medida, de las realidades extralingüísticas que nutren al discurso literario.

En pocas palabras, ambos escritores supieron traducir el contexto social de la época en un lapso de tiempo. La obra de Allende se publicó quince años después de la de García Márquez y se podía percibir el mismo modelo retórico que Cien años..., la propia Allende admitió que la obra de García Márquez le marcó, pero que al escribir su obra no tuvo presente esa influencia, al menos de manera conciente. Está de más decir que Gabo nunca hizo referencia a este hecho.

En Paraguay se está dando un caso inédito en el mundo. Donde un escritor fue condenado en primera instancia a más de dos años de cárcel por un caso de plagio -dudoso desde todo punto de vista-. No discutiremos aquí la calidad de las dos obras.

El punto es que Aguilera no ha plagiado, no se ha propiado de ninguna frase de la obra de Garay, más allá de la coincidencia de ciertos temas y tópicos, que son frecuentes en la literatura.  

No es un dato menor el hecho de que ambas obras (sobre todo Karumbita, la patriota) hayan sido escritas en el contexto del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Por tanto no es de extrañar que el argumento de ambas obras sean similares: ambos bebieron de las mismas fuentes y compartían una misma visión. 

¿Acaso la saña y la ambición de reconocimiento son más fuertes en el ámbito literario nacional, o cómo podemos entender el hecho de que en ninguno de los casos mencionados más arriba se haya tenido una sanción tan severa?

Con este precedente estamos hablando de la muerte del libro en Paraguay, en un país donde se lee tan poco, una escritora -con influencias en los altos estrados- busca sepultarlo definitivamente.


Históricamente la literatura siempre ha hecho justicia por manos propias, confiamos en que esta no será la excepción.