viernes, 12 de septiembre de 2014

Un hombre alado prefiere la noche


-¿Vos decís que Cerati se va a despertar? –me preguntó ese jueves a la mañana apenas despertábamos.
-Hace poco leí una entrevista a su mamá, donde contaba que mueve las manos y responde a varios estímulos –respondí, con cierto optimismo, recordando las palabras de su madre, Lilian, días atrás con motivo de su cumpleaños.

La misma pregunta flotaba desde hacía cuatro años y se hacía eco entre los seguidores, amigos o familiares que abrazaban la esperanza de su recuperación, de la idea quizá egoísta de que despierte.

Ya habían pasado más de cuatro años desde que se sumergiera en ese sueño, desde entonces muchas cosas cambiaron en nosotros mismos. 

“La vida dura un salto”. La significación de la desaparición física del artista puede ser relativa por varios aspectos, y en este caso en particular es innegable que Soda Stereo marcó a varias generaciones en las últimas tres décadas, contribuyó a la búsqueda de la libertad individual y de una identidad personal en una etapa aún de fuerte autoritarismo en Sudamérica. 

Yo no viví esa etapa en primera persona, pero aun así recibí gran parte de ese reflejo, de ese eco en estéreo.

Mis primeros recuerdos asociados a Soda son como fotografías de mi niñez, de reuniones familiares donde mis primos mayores escuchaban canciones como “Cuando pase el temblor”, “De música ligera” y otros hits de la época. Luego hubo un largo vacío hasta que llegó a manos de mi hermano mayor los cassettes de “El último concierto”. Era la época final de Soda Stereo, pero mi historia personal con su música recién empezaba. A partir de aquí se dio un periodo particular, una etapa de mi adolescencia en donde todo lo que era popular y masivo lo rechazaba. Así nuevamente creé una distancia –ilusoria quizás- con las canciones. Y fue ya en la última etapa de mi adolescencia donde logré dejar de lado esos prejuicios y los redescubrí, y me adentré ahí sí, definitivamente, al universo Cerati. Quizá por esta especie de relación bipolar, no lo vi en aquel último concierto que dio en el país, en el 2007.

Recuerdo particularmente el carácter erótico y cautivante que encontré en canciones como “Zoom”, “Juegos de seducción”, “Persiana americana”, “Canción animal”, “Un millón de años luz” o “Entre caníbales”. La pasión con que Cerati pronunciaba esos versos y la armonía de la guitarra en conjunción con los demás instrumentos.

La cumbre de esto fue sin duda el disco en vivo “Comfort y música para volar” con las versiones y reversiones: La espacial y seductora “En la ciudad de la furia” con Andrea Echeverri de invitada, el fascinante “Té para tres” con el tácito homenaje a Luis Alberto Spinetta en el solo extraído del tema “Cementerio Club”, los instrumentos orquestales.

Quizá toda la relación de Soda Stereo con su público pueda ser definida con la frase “Te llevaré hasta el extremo”, como ese intenso “Juego de seducción”.

Es destacable además, que musicalmente, Cerati nunca se conformó con lo que había, el rock y el pop siempre le resultaron poco para expresar todo lo que él quería, que era sonar diferente. Su curiosidad ya lo había llevado a gestar junto con Daniel Melero “Colores santos" con gran avidez experimental y luego el que sería su primer disco solista –aún en etapa de Soda- “Amor amarillo".

Luego iniciaría oficialmente su etapa en solitario, de plena búsqueda, lo que era palpable incluso en la lírica de “Bocanada", probablemente uno de los mejores trabajos en toda su carrera, con canciones como “Puente",“Raíz", o la canción que da título al álbum. Vendría después “Siempre es hoy", todavía en la misma clave pop, álbum que alcanzó mayor rotación. 

“Ahí vamos“ fue el quiebre –esperado por muchos- y no fue casualidad que haya sido el álbum mas exitoso de su etapa en solitario. "Crimen", "Lago en el cielo", "Adiós" -que terminó convirtiéndose en un himno: "Separarse de la especie por algo superior, no es soberbia es amor".

La música y los versos de Cerati, desde la etapa de Soda Stereo hasta su etapa solista, han sabido situarse en cada momento de nuestras vidas a lo largo de estos últimos treinta años, hay un recuerdo por cada canción, por cada frase, todo nos remite a un hecho particular.

La poética de Cerati nos toca más allá de nosotros, de lo que somos, o fuimos. Sus versos y sus melodías riman en nuestros oídos con tanta fluidez y naturalidad que parecen haber estado desde siempre en ese lugar.

La muerte de Gustavo Cerati marca de alguna manera el cierre de una etapa dorada para el rock latinoamericano, ya sin Spinetta y del que a su vez hicieron parte grandes músicos como Charly García y por qué no, Fito Páez y Andrés Calamaro.

“Nuestras almas al flotar son las nubes más brillantes”. Cerati fue un artista sensible y brillante, su luz, intensa y apasionada, su verbo, seguirá viviendo e iluminando la noche densa y cerrada que hoy nos toca.