minúsculos ante la llama
tímidos ante el crepúsculo del invierno
el desaliento era, más que pena atorada,
un lenguaje dominante
Atascado en el suburbio de la metralla
mi caminar en reversa
rimaba el desorden y el misterio
mis huesos resplandecían
encendidos de un sabor amargo
La vida en su verdad silenciosa
diapasón del dolor
descargaba la toxicidad
de todos mis fracasos
agazapándose hambrienta
Y otra curuvica de agonía
en humilde decadencia
fantasmaba mezquindades
saboteando la libertad
de ser naufragio ruina despojo
Pedazos de miseria cabalgando
miles de rostros míos
repetidos hasta el hastío
olvidando quién soy
si pasatiempo o pesadilla
de otra pequeña edad oscura.