Cualquiera que haya pasado por
una redacción periodística podrá sentirse identificado por cada escena y lo que
conlleva ese compromiso que excede los espacios y horarios laborales. En ese
sentido, más allá de alguna sobreactuación, Spotlight
logra retratar con fidelidad el día a día del periodista, tanto así como las dificultades
y los conflictos inherentes a la profesión.
La película llega al espectador
por una impecable estructura narrativa, una historia de mucha fuerza y una
carga de suspenso que por momentos resulta asfixiante. Tiene un desarrollo
inteligente de la trama, que logra tocar con mucha responsabilidad a través de
un discurso potente un tema sensible. El filme logra introducir a la historia al
espectador hasta el punto de sentir la misma angustia de comprobar la veracidad
de esos hechos, sistemáticamente ocultados por la falsa moral y la hipocresía
de una sociedad y una iglesia que han hecho el esfuerzo por mantener estos
hechos en la oscuridad, y a sus víctimas en un estado de abandono.
En pleno siglo XXI, donde el
periodismo cumple un papel cada vez más diversificado y donde la prensa pasa un
periodo de crisis que parte de lo económico pero que se relaciona directamente
a un modelo de medio que está mutando indefectible y frenéticamente, y tiene el
desafío de volver a ser (o ser cada vez más) esencial para sus lectores. Es que
mucho cambió dentro del periodismo desde la introducción de las plataformas
digitales y el auge de las redes sociales que alteraron la manera de comunicar
de la gente y particularmente de los medios. Ante todo se mantiene la esencia
del periodismo que creo es, comunicar con veracidad. Y es por eso y más que aún es
imprescindible el rol del periodismo ante la sobrecarga de información que
existe hoy en día y la posibilidad que tienen los lectores para contrastar
fuentes.
Entonces, y finalmente, Spotlight sirve además para valorar la
necesidad de ese periodismo comprometido con sus lectores, con su comunidad,
que no escapa a su rol en los momentos de crisis y no se rinde ante los grandes
intereses de los poderes hegemónicos (sean estos económicos, políticos o eclesiásticos).
Que tumba gobiernos, desenmascara funcionarios corruptos y sobre todo, va decididamente
contra el sistema.